Angel Luis García Falcones, presidente de Body Factory

 

Angel Luis García Balcones fundó Body Factory en 1991. Actualmente se ha convertido en la compañía líder del sector del fitness en España, por delante de las multinacionales del sector que operan en nuestro país.

Gran parte del éxito de Body Factory se ha basado en la búsqueda de un posicionamiento diferente al del resto de competidores. Y esto lo ha conseguido con una estrategia de reinvención del gimnasio clásico (concepto ya superado) mediante la creación de grandes centros wellness (la última tendencia del sector). El propio García Falcones nos cuenta los puntos claves:

Enriquecer un viejo concepto.  “El wellness nos abre a todos grandes posibilidades de crecer. Frente al gimnasio clásico (fitness), donde la gente iba a hacer pesas o aerobic, ahora se trata de facilitar todo tipo de servicios en centros muy sofisticados: desde la mera preparación física al cuidado de la mente y del cuerpo e incluso tratamientos estéticos. Hay centros de estética, masajes de champú, depilación con láser, clases de taichi, solarium, en definitiva, toda la gama del mercado en un solo sitio”.

Fidelización de clientes. “Entre los clientes de fitness (preparación física pura y dura) hay mucho abandono porque son bastantes los que buscan cosas imposibles, como tener cuerpos atléticos, algo que no depende sólo del entrenamiento en el gimnasio sino también de su estilo de vida, su genética o la alimentación. Y como muchos ven frustradas sus expectativas, se van. El cliente del wellness viene con otra visión. En estos centros se incide más en la salud y en el bienestar físico y mental que en el deporte. Lo primero que intentamos es que la gente se lo pase bien. Los clientes pueden ejercitarse, pero desarrollar también actividades lúdicas o jugar con el agua”.

Clientes exigentes que buscan ‘lo último de lo último’. “En este sector tienes que tener lo último. Cada día aparecen tendencias y conceptos nuevos, además de que los fabricantes tratan de provocar la demanda del último gadget, conscientes de que el cliente lo ha visto en televisión o en una revista y lo quiere tener en el gimnasio. Si la cinta de correr no tiene el programa más sofisticado, malo. Los clientes, antes de pagar la matrícula, esperan ver instalaciones lo más fastuosas posibles”.

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